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Los datos son, por definición, fácil de copiar. Y la Internet hace copias fácil de distribuir. Así que no es de extrañar las empresas tienen miedo. Pero, como sucede a menudo, el miedo ha ensombrecido su juicio. El gobierno ha respondido con leyes draconianas para proteger la propiedad intelectual. Ellos probablemente tienen buenas intenciones. Pero no se dan cuenta de que esas leyes se hacen más daño que bien.